Este es el partido", proclamó ayer Milla para justificar por qué repetirá el once que sacó de escena a la República Checa y Ucrania. Diez de esos jugadores (todos menos Muniain) también estuvieron en la alineación inicial ante Inglaterra. El problema del doble objetivo, la clasificación olímpica y el título continental, es que cada partido es el partido y los jugadores son los mismos. Sobre todo si Milla entiende que hay un salto notable entre titulares y suplentes. Ahora preocupa la fatiga, quizá porque han dejado de preocupar los rivales vista la superioridad de esta Roja casi en flor.
Cinco de los titulares de hoy han llegado al campeonato con más de cuarenta partidos en las piernas y otros tres, con más de 35. Y tendrán esta tarde un partido muy físico ante Bielorrusia, selección que en marzo nos empató (1-1) en un amistoso en Alcalá, en partido en el que se lesionó Bojan.
Vale como advertencia pero la referencia es engañosa: los bielorrusos apenas cruzaron a campo español y la alineación de Luis Milla fue muy diferente a la que presente hoy. Tampoco entonces había dado el técnico con esa tecla de las cuatro avispas protegidas por ese guardaespaldas llamado Javi Martínez.
Cansada o no, la Selección no podrá ocultar su condición de favorita. Las apuestas no admiten duda: el triunfo bielorruso se paga 11 a 1.
Tampoco intimidan sus números en el torneo. Con una victoria y dos derrotas se han plantado en semifinales, sin bien en el playoff previo tumbaron a Italia, selección con siete vidas. Sólo dos de sus jugadores actúan fuera del país y tres son internacionales absolutos. Bielorrusia, república desgajada de la URSS, tiene una vida corta. Debutó en 1992 y sólo el barcelonista Hleb (tiene contrato hasta 2012, aunque no cuenta para Guardiola) ha alcanzado cierta celebridad. Tampoco hay un entusiasmo desbordante por el fútbol. Por cada licencia bielorrusa se cuentan 26 españolas.
Conviene, en cualquier caso, no desatender que su fútbol físico y bien estructurado le ha llevado hasta aquí y que recupera a dos sancionados, Politevich y Bukatkin, para el duelo. Con todo, no parece rival para España, que ha convertido en cuestión de Estado su presencia en estos Juegos.
Nueve participaciones olímpicas nos han dado dos platas y un oro, pero se han perdido las dos últimas generaciones, con futbolistas muy importantes. Los de ahora pretenden pisar una villa olímpica, casa común del deporte español que iguala por unos días a todas las disciplinas. En cierto modo humaniza el fútbol y le hace más simpático ante el país.
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