Este es el partido", proclamó ayer Milla para justificar por qué repetirá el once que sacó de escena a la República Checa y Ucrania. Diez de esos jugadores (todos menos Muniain) también estuvieron en la alineación inicial ante Inglaterra. El problema del doble objetivo, la clasificación olímpica y el título continental, es que cada partido es el partido y los jugadores son los mismos. Sobre todo si Milla entiende que hay un salto notable entre titulares y suplentes. Ahora preocupa la fatiga, quizá porque han dejado de preocupar los rivales vista la superioridad de esta Roja casi en flor.
Cinco de los titulares de hoy han llegado al campeonato con más de cuarenta partidos en las piernas y otros tres, con más de 35. Y tendrán esta tarde un partido muy físico ante Bielorrusia, selección que en marzo nos empató (1-1) en un amistoso en Alcalá, en partido en el que se lesionó Bojan.
Vale como advertencia pero la referencia es engañosa: los bielorrusos apenas cruzaron a campo español y la alineación de Luis Milla fue muy diferente a la que presente hoy. Tampoco entonces había dado el técnico con esa tecla de las cuatro avispas protegidas por ese guardaespaldas llamado Javi Martínez.
Cansada o no, la Selección no podrá ocultar su condición de favorita. Las apuestas no admiten duda: el triunfo bielorruso se paga 11 a 1.

Conviene, en cualquier caso, no desatender que su fútbol físico y bien estructurado le ha llevado hasta aquí y que recupera a dos sancionados, Politevich y Bukatkin, para el duelo. Con todo, no parece rival para España, que ha convertido en cuestión de Estado su presencia en estos Juegos.
Nueve participaciones olímpicas nos han dado dos platas y un oro, pero se han perdido las dos últimas generaciones, con futbolistas muy importantes. Los de ahora pretenden pisar una villa olímpica, casa común del deporte español que iguala por unos días a todas las disciplinas. En cierto modo humaniza el fútbol y le hace más simpático ante el país.